Argentina es uno de los países del mundo de mayor presión impositiva para las empresas En la última década la presión fiscal sobre la economía creció 55%. También la cantidad de impuestos que paga una empresa se multiplicó, sobre todo a nivel municipal. Algunos impuestos son visibles pero también hay muchos invisibles, como los que se cobran en las tarifas de servicios públicos (que pueden ser más de diez) o los que se pagan en el combustible. En algunos sectores, el 50% del precio son impuestos.
A principio del siglo XX un célebre economista austríaco, Ludwig von Mises, decía que todo sistema de impuestos de una nación se invalida a sí mismo por encima de cierta tasa. El desafío teórico por años fue conocer cuál sería esa tasa. En la Argentina no se necesitan demasiados modelos ni teorías para saberlo, ya que la realidad habla por sí misma: la presión fiscal ha crecido a niveles insostenibles y hoy representa uno de los mayores costos para las pequeñas y medianas empresas. Según un informe del Instituto Argentino de Análisis Fiscal (IARAF), a nivel agregado la presión fiscal pasó de 23,9% del PIB en 2004 a 37% en 2015, alcanzando máximos históricos. Sin embargo, cuando se traduce eso a la empresa surge un dato interesante: esa mayor presión fiscal ha incrementado notoriamente la incidencia de los impuestos en los precios de venta. En otras palabras, es uno de los focos de inflación. Según IARAF, en el sector alimentos, por ejemplo, en aquellos productos gravados con 21% de IVA, el 44% del precio se lo lleva el Estado Nacional, las provincias y los municipios en impuestos. En el año 2000, la incidencia impositiva en esos mismos productos era de 36%, es decir, ocho puntos porcentuales menos. • MÁS ALTO • Hay sectores en los que el componente impositivo es más alto. Por ejemplo, el costo impositivo incluido en el precio al consumidor final de una bebida analcohólica, considerando las alícuotas vigentes para 2015, era de 49,74%, es decir que prácticamente la mitad del precio de estos productos se explica por los diferentes impuestos y regímenes de seguridad social de cumplimiento obligatorio existentes en el país. Hace pocas semanas, la Confederación Argentina de la Mediana Empresa (CAME) hizo un ejercicio similar con las boletas de servicios públicos, y encontró que en promedio el 30% del precio eran impuestos, pero en algunas ciudades y provincias del país ese costo se acercaba al 50%. En la provincia de Buenos Aires, una misma boleta de gas pueda llegar a tener diez impuestos diferentes. La incidencia de los impuestos en los precios del producto es elevado, pero tiene otro correlato. Ese precio no refleja la mayor incidencia de los impuestos. Las firmas han venido absorbiendo parte del mayor costo fiscal con menor rentabilidad para no trasladar al público esa presión, aseguran los empresarios. Esto no parece exagerado: el último reporte de competitividad del Foro Económico Mundial para 2015-2016 ubica a la Argentina como uno de los países del mundo de mayor presión fiscal. Y el impacto de los impuestos está volviendo muy complicada la operatoria de las empresas.
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