Análisis. Deuda política y tiempos de cambios

En épocas de crisis aparecen importantes reflexiones desde todos los sectores, sean políticos, sociales, económicos, culturales, etc.

El Ingeniero Antonio Márquez, responsable de una histórica Pyme de Trenque Lauquen e integrante de la Comisión Directiva de la entidad, analizó el momento que atraviesa el país y elaboró el siguiente documento.

Deuda política

En  el marco de una delicada situación económica y social, el gobierno procuró y logró la sanción de una nueva ley “de emergencia” con nombre rimbombante y consecuencias poco claras, en principio nada saludable para los privados.

 Nosotros nos hemos enfrascado en el análisis y pronósticos sobre su eventual resultado. Todos sabemos que no conforman soluciones duraderas y mucho menos con perspectiva de crecimiento, no vale la pena entonces ahondar más en la cuestión.

Sí debemos recalcar que otra vez, es la política la que nos ha fallado a todos los argentinos: y  adjudicamos  igualdad de responsabilidades a todo el arco, gobierno y oposición.

Desde hace varias décadas aquél “país promesa del mundo occidental” viene cayendo en una decadencia que no se aplaca, se potencia a medida que pasan los gobiernos, los democráticos y los militares y sean del color político que sean, la única constante es la decadencia. Sin dejar de reconocer algunos logros importantes, como la recuperación del sistema democrático de gobierno.

Todos sabemos que sin reformas de fondo no hay salida, asumir la toma de decisiones apropiadas, que nos ubiquen en la órbita del mundo actual es imprescindible  e impostergable, no hay salida con parches, falsos y demagógicos slogans y premisas que atrasan.

Reforma del Estado

La sobre estructura estatal (en todos los niveles: Nacional, Provincial y Municipal) es uno de los principales motivos del déficit generador de inflación, además de improductiva. Cada tanto se anuncian reformas y los resultados son opuestos a lo que necesitamos.

Todos sabemos que en lo económico, hay cuatro leyes fundamentales  para encauzar al país, y que si no se modifican, no tenemos ninguna posibilidad de que algún plan surta efecto:

1-REFORMA IMPOSITIVA

2-REFORMA JUBILATORIA

3-REFORMA DE LA LEY DE ASOCIACIONES PROFESIONALES

4-REFORMA LABORAL

La política, por las razones que fuere, no ha encarado éstos temas, y si no se resuelven de forma correcta, seguiremos por años desandando el camino de la prosperidad. Pues seguiremos con parches y paliativos, en educación, justicia, seguridad, salud, familias, instituciones y empresas decadentes mientras nuestros “representantes” juegan a “la polítiquería” sin hacer “política”.

Reforma política

También a la política hay que reclamarle su ajuste, nos obliga a todos a ajustarnos, menos ellos, una reforma política completa, que ordene roles, exija resultados y reduzca costos es impostergable.

Cuando comparamos la cantidad de Diputados y Senadores Nacionales y Provinciales, Concejales, “asesores”, estructuras parlamentarias y administrativas con las de países que están en mejor posición que Argentina, en base al parámetro que se nos ocurra: población, PBI, geografía, etc. notamos la alarmante sobredimensión del estado.

Si miramos el aspecto cualitativo en muchos casos dan ganas de escondernos. Es vergonzosa la nula preparación de muchos. No nos representan. Se representan a ellos mismos y a los feudos provinciales y municipales  a los que pertenecen. No responden al electorado, responden a otros intereses.

Vivimos en un país con “formato democrático” pero no es una democracia plena, la justicia actúa mirando de reojo el panorama político y actúa en consecuencia, en ciertos períodos las cámaras y concejos deliberantes funcionan como “escribanías” aprobando o negando, obedeciendo a un mando superior, los intereses de las distintas corporaciones -que no votamos- pesan más en la toma de decisiones que las reales necesidades del país y los ciudadanos.

Apelamos a que por una vez el arco político acuerde  trabajar en pos del país, es su obligación, el mandato que les hemos transferido, para eso y sólo para eso los elijamos, pues cumplan.

Tiempos de cambios

Nuestro país, como muchos otros, está a las puertas de una novedosa situación: Plantearse el post-coronavirus, cómo se sale en lo social-económico de las consecuencias inevitables de ésta pandemia.

Lo que tal vez nos diferencia del resto del mundo es el hecho de que Argentina periódicamente cae en estos estados de crisis, sin necesidad de previas guerras, catástrofes naturales o pestes como la actual.

Y ello tiene su origen en el hecho de que, siendo un país beneficiado por condiciones naturales excepcionales, se ha ocupado de arruinar todos los legados de la naturaleza para convertirse en  económicamente inviable.

Más de una vez, ante la inminencia del colapso, se han ensayados “salidas” con planes que prometían dejar ese sendero sin futuro y encaminarnos en una ruta de prosperidad social y económica.

Sin embargo fracasaron, ya sea porque no contemplaban  en su concepción la eliminación de aquellos desequilibrios estructurales que inevitablemente  terminan por “torcer el brazo” de las sanas aspiraciones, o porque a mitad de camino, y merced a las presiones sectoriales se fue “aflojando la cincha”, permitiéndose inicialmente pequeños desvíos que los fueron dañando irreversiblemente hasta producir su fracaso y a empezar de nuevo.

Otros gobiernos asumieron con la sana intención de generar los cambios, “cuando se den las condiciones”, pues bien, ese momento nunca llegó (generalmente nunca llega), y la realidad se los llevó puestos, a ellos y a nosotros.

El post coronavirus no será fácil, generará más desequilibrios y sus consecuencias no son posibles de medir todavía, el deterioro es ya visible y el gobierno ensaya distintos parches dirigidos cada uno a un sector, pero es evidente que ni las gasas ni las manos para aplicarlas serán suficientes.

Esto nos lleva a la convicción de que este es el momento,  “a grandes males, grandes soluciones”; barajar y dar de nuevo debe ser la premisa.

La gravedad de la situación, que se suma a la realidad preexistente no da margen para acceder a las presiones sectoriales de quienes egoístamente, y merced a cuotas de poder e influencia amasadas por años, impiden la aplicación de las reformas estructurales imprescindibles para tratar de acoplarnos al mundo actual, y más aún, tener alguna perspectiva  hacia el futuro.

Este es el momento de hacer lo que hay que hacer, aquella premisa de que “esto no se toca” debe caer de plano, los condicionamientos sectoriales de siempre afuera. Ni   políticos, ni empresarios, ni gremios, ni ningún otro sector debe hoy condicionar la elaboración y ejecución de un esquema que ordene los desvíos socio-económico y nos saque del histórico atolladero.

Solicitamos a la política que por una vez haga política, y encamine al país  en la senda del éxito.

Las reformas políticas-impositivas-laborales Y de jubilación no pueden esperar más, la ocasión es ésta, si no queremos estar peor mañana mismo.

Por un país en serio, justo y unido en el camino de la prosperidad social. Hagámoslo ahora.